Point Pressure está desarrollando un dispositivo portátil para mejorar el movimiento de las extremidades inferiores en personas con diagnósticos de patologías o lesiones del sistema nervioso central.
A través de nuestro tratamiento, ofreceremos una solución no invasiva y no farmacológica para aquellos pacientes que presenten alteraciones en el movimiento como consecuencia de un ictus, parálisis cerebral o esclerosis múltiple.
La solución que estamos desarrollando es un dispositivo portátil que se acopla a la pierna del paciente y permite la aplicación de estimulación mecánica, no invasiva y no farmacológica, favoreciendo el control y aprendizaje motor y aumentando así la funcionalidad del paciente a largo plazo.
La marcha saludable se caracteriza principalmente por patrones automáticos con una mínima intervención cognitiva.
Por otro lado, en trastornos neurológicos como lesiones cerebrales (como el ictus), enfermedades neurodegenerativas (como el Parkinson) o afecciones neurológicas crónicas la actividad de caminar requiere la implementación de estrategias adaptativas para superar las limitaciones físicas. Estas nuevas formas de caminar suponen un desafío y aumentan la demanda de control cognitivo. Una forma de fortalecer los circuitos automáticos y reducir la necesidad de control cognitivo es a través del sistema somatosensorial.
Se reconoce que las aferencias somatosensoriales son esenciales para la representación corporal y el control de la marcha.
La piel como órgano sensorial multifuncional manifiesta una variedad diversa y altamente especializada de neuronas mecanosensibles con terminales u órganos terminales complejos, que son capaces de discriminar diferentes estímulos sensoriales y codificar esta información para un procesamiento central apropiado.
En la pirámide del control motor se encuentra el sentido cinestésico, que es proporcionado por una sensibilidad profunda que informa conscientemente a las áreas somatosensoriales corticales y de manera inconsciente a nuestro cerebelo.
El objetivo es construir un movimiento adecuado a la demanda que nuestro entorno requiere. La presión implica un estímulo eferente con ese objetivo: informar propioceptivamente en alteraciones del control motor.
La entrada del máximo de información se produce en aquellos puntos donde anatómicamente se recogen más receptores, y donde se encuentran el mayor número de placas motoras o terminales nerviosas (desde el cerebro hasta el músculo).
Es aquí donde, a través de presiones periódicas, sostenidas y calibradas sobre el tejido, estimulan ese aporte de información que nuestro sistema necesitará para el movimiento que luego necesitaremos, como caminar. Este es el principio básico, el control motor y el aprendizaje a través de la entrada periférica de información sensorial.
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